lunes, 1 de julio de 2013

Madera de guerrero


A veces me pregunto si la lengua, nos sirve para comunicar, compartir, denotar, o sólo para ganarse un espacio en función o jerarquía social. Con la lengua en general, todos estos fines pueden ser perfectamente válidos si se analiza: cómo las personas deciden construir una idea, los términos justos que escogen a hablar, y hasta el tono de voz que deciden adoptar. Hay, sin embargo, comodines del habla cotidiana, que suelen usarse siempre dentro de grupos culturales más cercanos; y su significado, por ser más local, puede convertirse casi en un misterio para el foráneo.

En mi caso particular, el que más me llama la atención, dentro de mi contexto costeño de Ecuador, y específicamente de Guayaquil es la expresión “ahí vemos”. Porque desde mi comprensión –y esto es mi opinión exclusiva, no sometida a consenso- este es el término local por excelencia, es la frase que define el carácter porteño de la gente nacida en el manso guayas. Es el carácter de ese supuestamente heredero de la “madera de guerrero” -como reza la canción- y a quien ya el abatimiento por el sopor de la ría y el calor ecuatorial, han tornado esa sangre Huancavilca en sólo “muy buenas intenciones”, en actitudes convenientes. Así, esta expresión probablemente a lo largo del tiempo se ha convertido en una de las muletillas preferidas para lograr el buen entendimiento entre “ex – guerreros bonachones”.

“Ahí vemos”, podría ser más correctamente concebida como “hay vemos” a suerte de versión corta de un “hay que ver” donde la palabra “hay”, conjugación del verbo haber, define un hecho futuro que podría o no existir; y la palabra “vemos, conjugación del verbo ver, se refiere justamente a aquello podría o no vislumbrarse. Respecto al uso del verbo ver también tendría mis inquietudes, pues al no saberse bien, para qué lo empleamos, entonces lo empleamos para transmitir ideas muy curiosas. Por ejemplo, la expresión “te paso viendo” a tal o cual hora. ¿Paso, te veo y me voy? Para el costeño ecuatoriano, significa que, este, pasará a recoger a una persona para llevarla, o irse juntos a otro lugar específico. Pero la acción de pasar por ese alguien, al incluir el contacto visual, representa en orden de mayor importancia el hecho de “verse” que de encontrarse. Así el verbo ver es un comodín de múltiples opciones cuyo valor de instrumental, como visualizador de futuro, suele ser empleado en distintas expresiones.

Regresando a la expresión “ahí vemos”. Siendo que “ahí” no denota posibilidad de haber a tiempo futuro, lo que se entiende por la forma de escribirse, es que indica, lugar. Ahí, en un algún lugar específico, veremos (visión a futuro), algo. Ahí… ¿En dónde?
“Ahí vemos”, se suele decir también, para complejizar el caso, en distintos sentidos y como palabras salvadora de casi cualquier ocasión. Más allá de su ya confuso significado, desde su análisis ortográfico y sintáctico, más confusa aún es la función de conveniencia que suele tener en boca del guayaco, del individuo de la ría cálida. “Ahí vemos”, es un instrumento poderosísimo para mantener una sonrisa, tanto en el que lo dice, como en el que lo escucha: es una llave para sostenimiento de las buenas relaciones entre los ex – guerreros (bonachones) del (manso) guayas. “Ahí vemos” suele responderse cuando no se sabe ni se quiere definir uno por afirmación o negación. Por ejemplo: ¿Vendrás por la noche a conversar lo que tenemos pendiente? “Ahí vemos”. Lo que significa probablemente que no quiere, ni lo hará, pero el enfrentamiento definitivamente, queda postergado. O si tienes un examen en la universidad, solicitas al profesor que te ayude cambiando la fecha, este te responde incómodo pero sonriente “Ahí vemos”. Puedes quedarte días pensando sí eso significaba que puedes faltar o no. En materia de conveniencia el “ahí vemos” es la muletilla suprema.

Otro uso del “ahí vemos” no menos curioso, un poco más cercano a su significado escrito, pero no por eso más lógico. Este uso, es aquel que sí indica lugar; o más bien, no lo indica. Por ejemplo, ¿Oye, salimos? ¿Y, a dónde? No sé, “ahí vemos”. Con esto probablemente suelen acordarse muchas primeras citas, e incomprensiblemente, se encuentran, y se ven.


Hay probablemente interminable cantidad de usos para una frase de conveniencia como esta, y seguramente la imaginación no me basta para adivinar el uso que le darán, además las futuras generaciones. Pero, veamos, ¿hay necesidad de complicarse la existencia buscando todas las opciones? ¿Qué podría decir respecto a esto? No sé, “ahí vemos”.