jueves, 29 de agosto de 2013

Imagen

9 años sin usarlos ya, y aún presiona su tabique con el dedo índice para acomodarlos. Aún siente que se caen, que se resbalan, que se han movido y por eso el enfoque está un poco defectuso.

Desde que tuvo uso de razón, miró la vida a través de esos cristales. Desde que recuerda haberse mirado en el espejo y reconocido, sus párpados, sus pestañas, sus cejas y sus pupilas, yacían sepultadas detrás un armazon y el vidrio deformado que le acompañó toda la vida. Al paso del tiempo, los cambios de su cuerpo se fueron acomodando a sus viejos armazones, y no los armazones a sus cambios. Aunque, no, hubo un par de complacientes renovaciones: una por accidental rotura bajo el propio zapato (accidental!), y otra -áun más afortunada, por cambio de moda. Fue en esa ocación, que ya complacida con la imagen que deseba de sí misma, frente al aparador de la óptica, orgullosa de su nuevo yo, salió a la calle, y al verse reflejada en la mirada de los transeuntes que se fijaban en ella, y ella en ellos, la tragó un desesperado pánico. Tuvo que regresar corriendo a la tienda, mientras al paso se reflejaba en todas las puertas y miradas de los transeuntes. ¿Quién era esa imagen?, ¿quién era su imagen, ¿qué era ella en imagen?
         - Esa no soy yo!

9 años después siente aún, el sudor acumulado entre el plástico y la piel de la nariz, y ese molesto peso detrás de las orejas. Y se sorprende. 
No pasa el tiempo por las sensaciones.