El malecón, la ría, pájaros, niños jugando, risas, gritos, ruidos de agua y brisa violenta, y éste afán de caminar. Caminar rompiendo el viento, caminar sin mirar para atrás. Seguir, sólo seguir sin parar.
El agua: Su inmensidad fundida entre dulce sal… tiempo de revivir y volver a morir. Lo que colinda, lo que atraviesa, lo que bordea, acaricia y retorna a su lindero original… Y las calles, las calles, tus calles, mis calles.
Tú, quedándote en los últimos encuentros. Sombras que pasan los portales, rostros que mutan con los días. Y luego ver todo lo que no está, que no vendrá, y que ya no existe.
Reconstruirnos, vida… eso es.
Esto es todo.
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