El último refugio es la ternura.
Y aferrarse a ella con la desesperación que el niño busca el calor del pecho.
Esa es la única salida a la existencia.
Existir.
Seguir siendo.
Pasar la rabia.
Romper la costra gruesa y fría del pragmatismo.
Vivir más allá de las superaciones… refugiarse y llegar a lo profundo, confiado y desnudo hasta el suave refugio de lo imaginario. Imaginario amable… amante, amor, debilidad de fresca transparencia.
Ternura: La última existencia.
Aquella que queda sólo por dentro.
Aquella que se nutre del oxígeno que aun no ingresa. La que busca de la flama, ese vapor violeta, el menos resistente. La que ingresa en los sentidos rudos y recalcitrados para hacer que lloren sin consuelo pero honestamente… tierno, claro, sencillo, puro, pequeño: Inexistente. Pero cierto en ese espacio a donde nadie puede ingresar con las linternas del racional análisis.
El último suspiro más allá de lo que veo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario