Despiértame cuando amanezca la vida nuevamente.
Porque tengo los ojos transgredidos por la realidad. Y pesan. Porque debería con el paso del tiempo disminuir la pesadez. Pero aumenta…Descansar… lo sé.
Despiértame cuando amanezca la vida nuevamente.
Para pedirte que soples el castillo de las cartas que se balancea.
O que tumbes de un solo manotazo el diseño de humo que flota en mis adentros.
Que desdigas lo dicho, que recuentes los versos -y los cambies- y destierres la voz y los sublimes gestos… y los sinceros raptos, y los arrebatos. Y todos los abrazos hundiéndose en la piel. Y las miradas… y los silencios: La verdad oculta tras el miedo. Que los desprendas todos del recuerdo. Que los cercenes, borres, pisotees y desmientas. Quisiera que hicieras sólo eso, pero antes de decirlo, me aduermo en mi propia apología.
Despiértame cuando amanezca la vida nuevamente. Y en su lugar, aquel lugar de todo lo que esculpiste: Se encuentren sólo vacíos indolentes. Aquellos neutrales huecos del olvido. La ausencia de lo desconocido. Esa que nunca afecta. La que se puede llenar con la alegre intrascendencia.
Y así, cuando amanezca, despierta nuevamente, empezaré la tarea de llenarme entera.
De llenarme todos los rincones. De cubrirlos todos con una manta espesa.
Llenarlos de detalles, de regalos, adornos y gracias…de substancia brillante, atractiva, y suave… esponjosa. De amables momentos, de campos, de arena, de besos, de música y desayunos . De caminatas en busca de gafas, de dulces, de césped tendido al medio día. De vino en la noche, y del viento helado en las mejillas y las manos. De charlas, de obras, de imágenes céntricas, de manos y risas. De sueños. De riesgos y mentiras nuevas: De saltos al vacío con ojos abiertos.
Despiértame y prometo, regresaré a mi centro.
Cubriré de madera, de metales, de aire, de armónicos y risas, las paredes latentes, las que bailan. Giraré en torno al ruido, no más al silencio. Bajaré entre las rocas, saltando, resbalando. Golpearé sin grabarme los impactos. Flotaré sobre el agua, en millares de gotas, cambiando de patria en cada instante nuevo.
Qué hizo que tu llegues?.. Que lo tomes, lo observes, lo destiles, lo aprecies y luego lo deseches.
Los ojos que tu amas tan solo pos-mortem. Los destellos lejanos que llegan vibrantes y se agotan. Se consume su flama, y tu, percibes sus calores al tiempo de su decadencia.
Respiro de la nada amor y tiemblo incertidumbre: Desencanto.
Y sueño de la nada, amante: Quimérico.
Pero llegas con la noche, con las pausas: Con el sueño.
O te metes violento, entre las horas del día: A oleadas.
Y cuando pasan las corrientes, y me atraviesan: Desconecto.
Por eso, mejor transportarme entre las olas. Arrullarme con la espuma y refugiarme entre la arena. Y dormir. Y esperar. Y decir simplemente:
Despiértame cuando amanezca la vida nuevamente.
Y los destellos del alba ensordezcan los crujidos de esta historia.
Precioso.
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