martes, 21 de febrero de 2012

Este diluvio es estival




Al inicio, se escucha el rumor de la lluvia, como una gran ola que viene desde el cielo. Y Guayaquil se vuelve un mar de aguas dulces y cálidas que viajan con las corrientes del viento... finalmente la humedad lo invade todo y las grietas chispean junto a los cristales.

Al inicio…


… Mientras allá afuera, la vida hierve.

La vida arde y reacciona impredecible. La vida, rueda, se chorrea y corre. Resbala, golpea suave y fuerte, y sale. Y vierte. Y se vierte y engulle todo lo que encuentra. Allá afuera. Allá, donde estás tú. O tu recuerdo y todas las veces que ya leí tus letras. O la nostalgia de lo que no se vive. Allá: Bailando entre eufóricas gotas de este mar caliente que se avienta como una marejada desde lo alto. A la rompiente. A quema ropa... Que se avienta, se evapora y pulveriza al contacto del asfalto, con la luz naranja que recubre nuestras calles llenas de destellos estruendosos.


Ahora, silencio…

… es el instante en el que cierro los ojos. Huelo el intenso aroma del café. Lo escucho sumergirse en la taza, azotando la cerámica inexistente: Humedad que se esfuma cuando al abrir los ojos, miro lo que siento.


Puedo quedarme suspendida en el recuerdo, sintiendo como éste, se desboca en medio de la lluvia y atraviesa el tiempo, e invade todas las paredes desde afuera. Mientras nosotros remediamos la nostalgia. Pero no quiero.

Porque chispeas Guayaquil, por todas partes. Y la vida, no empieza con el sol radiante.

La vida empieza justo en este primer hervor de las tormentas.



"Quiero decir la verdad que no conozco, pero que estoy buscando."

(Guido Anselmi, El Gran director, Fellini)


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